¡Buenos días familia! Aquí estoy de nuevo. He aprovechado las horas de viaje que tenemos hasta nuestro primer destino en Sri Lanka después del Vipassana para poner por escrito lo que han sido estos 10 días de Retiro de Silencio que sin duda son lo más intenso que he vivido hasta ahora.
Lo primero que tengo que deciros es que lo que leáis aquí es, en realidad, solo una parte de lo que ha ocurrido, porque realmente me queda mucho por procesar a nivel interno, con los días irán saliendo muchas más cosas.
Pero no quería dejar pasar más tiempo sin contaros mi experiencia, porque ha sido increíble la avalancha de mensajes que he recibido en Instagram mandándome apoyo, preguntándome cómo había ido todo, cómo estaba y con ganas de saber más.
Muchas gracias, porque os prometo que todo ese cariño ha traspasado el océano y lo he podido sentir muy fuerte en este qué ha sido, sin duda, el reto de mi vida hasta el momento.
Empezando por el principio – España
Empezando un poco por el principio, recuerdo que los días antes del viaje fueron bastante estresantes. Tenía la sensación de ir corriendo a todos lados y no llegar bien a todo; de no estar para todos y, sobre todo, no estar para mí misma.
Hacer la maleta fue una odisea contrarreloj (ya que, como imagináis, lo dejé para el último día, jaja) intentando meter en una mochila de 40 litros todo lo que iba a necesitar en dos meses.
Empecé poniendo sobre la cama todo lo que creía que quería llevar y cuando me quise dar cuenta todo lo que había había, no cabía ni en dos grandes maletas. Después de varias purgas, llegó Anna que estaba en el salón, empezó a meterme cosas en la mochila y cuando no cabía mas, dijo, “Hasta aquí…no necesitamos más”.
Nunca olvidaré la sensación que tuve al despegar. Ese momento en el que todo comienza a verse más pequeño por la ventana y empiezas a ser consciente de lo que dejas atrás. Apreté fuerte la mano a Anna y lloré, lloré mucho. ?
Supongo que era una mezcla de todo un poco… soltar el estrés, las prisas, los nervios, las personas que sabes que echarás de menos, tu camita… ? el vértigo de salir de mi zona de confort, el miedo a ser capaz de poder con el Vipassana.
Primera etapa – Llegando a Sri Lanka
Las primeras 24 horas en Sri Lanka estuvieron plagadas de contradicciones: estábamos en una isla maravillosa, rodeadas de playas, palmeras, gente desconocida y en 24 horas nos íbamos a encerrar en lo que llevábamos varios días llamando medio en broma “El convento”.
Estábamos como ansiosas, tratando de disfrutar cada comida, cada conversación o momento de libertad antes de ser privadas de ello.
Y es que nuestra realidad en ese momento es que teníamos miedo: miedo al aburrimiento, al dolor, a vernos solas con nosotras mismas sin nada más que hacer, ni hablar, ni leer, ni escuchar música…nada. Era puro miedo.
Esa noche sabíamos que era importante dormir bien, ya que lo peor que podíamos hacer era llegar con sueño al Retiro y luchar contra otro elemento, el sueño y el jet lag para meditar.
Y claro, como suele ocurrir, cuando más te empeñas en una cosa…menos lo consigues. Aunque tuvimos suerte y en el hostel donde nos quedamos teníamos una habitación para nosotras solas, donde camas eran geniales y todo era perfecto, ninguna de las dos pudimos dormir como nos gustaría. Otra vez el miedo.
Al día siguiente partimos hacia el Centro Oficial de Meditación donde íbamos a realizar al Vipassana. Nos habéis preguntado mucho dónde lo hemos hecho y por qué. En mi anterior post ya os contaba cómo los centros oficiales de meditación de Vipassana están en todo el mundo y los podéis encontrar aquí.
El nuestro fue Dhammasobha Vipassana Meditation Centre
¿Por qué lo elegimos? Pues la razón es bastante casual. Normalmente tienen lista de espera, así que este lo elegimos por la sencilla razón de que es el único que estaba disponible en la fecha que podíamos venir aquí.
Es algo que podíamos haber hecho en España pero lo hemos hecho en Sri Lanka porque después queríamos hacer un viaje aquí y creíamos que al estar más cerca del origen de esta tradición sería más auténtico. Y desde luego auténtico ha sido.
10 días de silencio
Venga voy al grano y os cuento cómo han sido estos 10 días de silencio.
Empiezan siempre con la llegada el día previo antes de las 4 de la tarde. Como os imagináis nosotras apuramos hasta las 4 menos un minuto para entrar 🙂
Y eso que llegamos a la puerta como a las 3. Pero aprovechamos a hacer las últimas llamadas a las familias, últimos mensajes a los amigos y también despedirnos de las redes sociales….
Ese primer día es para hacer el registro: te asignan tu habitación y te guardan todas tus pertenencias de valor y todo lo que no sea imprescindible para esos días.
Se supone que no deberíamos usar nada que distraiga, como por ejemplo colonia. Así que una vez que nos asignaron habitación, separada por supuesto, fuimos a desprendernos de todo menos de los tres conjuntos súper básicos (casi pijamas) que llevábamos para el Retiro.
Es importante decir que te piden que, por respeto, lleves hombros y piernas cubiertas en todo momento y vistas lo más claro posible o directamente de blanco.
Durante esa tarde podíamos hablar y recuerdo ver en nuestras caras desencajadas y cansaditas de la tensión y el viaje, muchos nervios e incertidumbre por lo que venía. Creo que a veces sufrimos más antes de empezar algo que cuando ya nos ponemos con ello.
Y llegó el momento… a las 6 de la tarde nos citaron en el Hall de Meditación y después de esa primera meditación ya no podríamos hablar y deberíamos intentar no mirarnos mucho para no romper este voto.
Nos dijimos “¡Buena suerte y mucha fuerza!” y acordamos intentar poner siempre nuestras juntas nuestras chanclas cuando nos descalzáramos para entrar al templo de meditación en señal de que estábamos ahí, apoyándonos de alguna manera.
Tuvimos mucha suerte de que en esa sala de meditación, que sería nuestra casa para los próximos 10 días, nos tocó estar al lado la una de la otra.
Nos sentábamos mujeres a un lado y hombres al otro, ya que cualquier contacto estaba absolutamente prohibido (dormíamos y comíamos en pabellones diferentes). El último día, cuando nos devolvieron el teléfono, pude hacer una foto en la meditación de despedida para que pudierais imaginar cómo es. Cómo veis era muy bonita.
Aquí por primera vez escuchamos la peculiar voz que guiaría el curso, tal y como se hace en cualquier parte del mundo, con los audios del maestro de meditación Vipassana Goenka, cuya historia es bastante peculiar.
Os lo cuento porque es un tema bastante curioso a lo largo de los 10 días. Si podéis poneros algún vídeo en YouTube sobre sus meditaciones y escucháis esa peculiar voz en la que no sabes si habla, canta, llora o casi eructa….resulta muy chocante para todo el mundo Aquí os dejo enlace.. Es curioso como al principio te produce rechazo e irritación y luego esa voz te engancha y se convierte en tu mejor compañero. (Será algo parecido al síndrome de Estocolmo… ?
Su historia es bastante peculiar. Goenka era un empresario de mucho éxito del mundo de la industria y que tenía unas migrañas horribles. Después de vivir muchos años tomando morfina y buscando cualquier solución, decidió probar esta metodología que provenía del Budismo y estaba medio en desuso. Quedó tan impactado con el resultado que decidió estudiarla a fondo, dejar todos sus negocios y dedicar su vida extenderla por el mundo. De manera gratuita para que fuera accesible a todo el mundo. Además es un tema Laico en que admite a cualquier persona de cualquier creencia y religión.
Es curioso porque nosotros lo llamamos Retiro pero para ellos es más bien un curso de formación y tú eres un estudiante, de ahí la disciplina a seguir. Allí se pone a tu disposición todas las condiciones para aprender esta rigurosa técnica de meditación y tú obligación como estudiante es aprovecharlo y esforzarte para conseguir los resultados que se buscan. No es un retiro con diferentes entretenimientos. Se supone que el objetivo final es ayudarnos a desarrollar las herramientas para salir del sufrimiento que nos acompaña a los seres humanos.
Terminada esa primera meditación, asumimos el noble silencio y los cinco Preceptos que se deben cumplir rigurosamente durante todo el curso:
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- Abstenerse de matar a cualquier criatura… y no os cuento las arañas que había las habitaciones ?
- Abstenerse de robar
- Abstenerse de toda actividad sexual
- Abstenerse de mentir
- Abstenerse de todo tipo de intoxicantes. [/box]
Así, y ya sin hablar nos mandaron para la cama a las 9, diciendo “Take rest”, descansad que mañana a las 4.30 de la mañana, empieza este maravilloso viaje llamado Vipassana. Imaginaros otra vez esa noche intentando dormir en esa habitación tan diferente a lo que estamos acostumbrados.
Nuestra agenda diaria
DÍA1
A las 3.30 de la mañana estaba haciendo Yoga en mi habitación, cosa que se convirtió en una costumbre antes de ir a la sala de meditación al sonido de la primera campana del día. Uno de los fuertes Gooongs, que eran la llamada a la sala 5 minutos antes de cada sesión. En este caso 4.25 am.
La primera sesión del día era supuestamente voluntaria, pero allí no faltaba nunca nadie…más que nada porque los voluntarios se encargaban de que no quedara nadie en las habitaciones. Era de 4.30 a 6.30 de la mañana, y en esta ocasión sin audio. de Goenka con instrucciones. Llegabas ahí y te ponías a meditar.
Fijaros que curioso que con lo que me cuesta a mi madrugar, esta meditación se convirtió en mi favorita del día. La que menos me costaba y con la que más paz sentía. Y lo mejor, era que al terminar abría los ojos y veía amanacer por fuera de la sala.
A las 6.30 era el desayuno. El primer día bajé con un hambre brutal y me encontré con algo que no esperaba. El desayuno cada día era lentejas y arroz y en vez de fruta una especie de pimientos quien me conoce se reirá con esto porque sabe que es de las pocas cosas con las que no puedo) Buff, comer eso a las 6 de la mañana era muy duro para mí, ya que estoy acostumbrada a mi frutita, mi avena, mi tostadita de aguacate, mi café por las mañanas….(demasiados “mis” en esta frase)
Aquí empezó el primer ejercicio de desapego. De esos “mis” que nos encantan y nos parece que nos dan libertad pero que en realidad nos condenan. Esto era lo que había así que no podía hacer nada. Comí como puede y me fui a dar un paseo dando vueltas al templo a hacer tiempo hasta las 8 am que volvíamos a meditar. (De buena gana me hubiera ido a correr para pasar los nervios).
La siguiente tanda de meditación se hacía en dos sesiones hasta las 11, hora del almuerzo. En la primera nos explicaban cómo era la técnica para este día y lo que teníamos que hacer. Empezamos con lo que nos explicaron se llama Anapana. Meditar centrando la atención en cómo se siente la respiración natural en el triángulo entre las fosas nasales y el labio superior. Ya está, sin forzar la respiración ni nada.
Sí, ya está. No se podía contar respiraciones, ni visualizar un objeto o pronunciar mentalmente alguna palabra para ayudarte a mantener la concentración ni nada, simplemente centrar tu atención ahí. Durante esas tres horas me revolví más que nada en mi asiento de meditación. No podía estar quieta, ni la mente, ni el cuerpo. Con la de cosas que tenía en la cabeza, ¿tres horas manteniendo la atención ahí?? Imposible
A las 11 el Gong que indicaba el almuerzo sonó como un ángel de salvación. Esta vez después de no haber cenado y haber desayunado tan poco y de haber meditado (más bien, intentado) ya 5 horas ese día, la comida me supo a gloria bendita. Además nos recordaron que estos cursos son gratuitos. Pagas la donación que tú quieras al final según lo que sientas que debes pagar. Y la gente que te sirve son voluntarios. Así que pensé… “hay que ser agradecidos…”
A las 13 horas, de vuelta a la sala. Y me enfrenté a mi primer momento realmente duro: un sueño que me moría y cuatro horas de meditación por delante hasta la hora del té (las 5 de la tarde). Bufff os aseguró que no sabía qué hacer ya en esa sala el primer día. Creo que todos estábamos igual porque aunque tuviera los ojos cerrados se sentía una gran agitación en la sala.
Por fin la hora del té. Dos plátanos y cuatro crackers serían la última comida del día. Con el sueño que tenía y el ansia de chocolate que me da a mí por la tarde. No sabía qué hacer. Me hice un bocata echando azúcar al plátano y metiéndolo entre las crackers… jajajaja me sentí ridícula… ¡malditos apegos!! Nos quitan a lo que estamos acostumbrados y no sabemos qué hacer…
Y después de esa merienda más meditación… bufff y yo con toda la agitación del subidón de azúcar. No sabéis lo que fue eso….
Y por fin, a última hora te ponen unos audios en los que te explican un poco qué se supone que estamos haciendo, qué esperar, la teoría de curso y cómo nos estaríamos sintiendo. Y la verdad es que cada día lo clavaba. El primer día hablaba de nuestra lucha. Nuestra primera reacción al desprendernos de todo e intentar escuchar nuestra mente sería luchar. Así es nuestra vida en general, reaccionando continuamente a nuestros deseos y huyendo de aquello que nos genera aversión.
Os acordáis el ejemplo que pongo siempre en el que digo que la mente es como mono salvaje saltando de liana en liana…Pues así estábamos, solo que aquí no había nada que desear a lo que agarrarse, ningún capricho que pudiéramos cumplir, no podíamos hacer nada para terminar con eso que nos estaba generando tanto esfuerzo e huir.
Aunque lo pensé en muchas ocasiones Sólo podíamos estar, momento a momento centrados en nuestra respiración. Nada más…de ahí que nos estuviéramos sintiendo tan agitados y nerviosos.
Creo que el discurso nos calmó bastante a todos porque entendimos por fin lo que estábamos viviendo y vimos que lo que estábamos experimentando era normal. Te explicaba toda la teoría y comprendías muchas cosas. Era como un momento de iluminación en el día. Darle sentido a todos
Y después, la última meditación del día y a dormir. O a intentarlo. Ese día ya me dieron igual las arañas, (y todo lo demás…). Caí frita a las 10 y a las 3:30 me volví a despertar sin alarma para hacer mi yoga antes de la meditación.
DÍA 2
Empecé el día con entusiasmo, dispuesta a atender a las instrucciones de ese día y hacerlo lo mejor posible.
Las instrucciones eran las mismas. Afinar la sensación de la respiración en esa zona un poco más. No me lo podía creer… ¿Así todo el día? Era de locos. Encima ese día, la chica que tenía delante de mí en la meditación se marchó y no sabéis la lucha interna que tuve ese día para no irme detrás…
Pero, de repente, algo cambió, y poco a poco fui consiguiendo entrar en la meditación, percibir esas sensaciones de las que hablaba y conseguir tener momentos de pura concentración.
No todas las horas, unas era capaz de concentrarme y otras me escapaba mentalmente o me ponía a estirar intentando que no se me escuchara ni notara en mi asiento de meditación…( a veces incluso llamaba imaginariamente a mis papis, o algunas personas de mi vida y les contaba cómo lo llevaba…) Es que son muchas horas de repente y la mente busca escapar de cualquier manera. Pero empecé a tener momentos de mucha paz. Mi cuerpo se empezó a relajar y me movía menos en las meditaciones .
DÍA 3
Y así el tercer día, nuevas instrucciones e imaginar que… teníamos que hacer exactamente lo mismo que los dos primeros días… pero ese día ya no me molestó. Ya no había rabia. Lo tomé con ilusión e intentar hacerlo lo mejor que podía.
Fue como rendirme a la meditación. Recordé el consejo de una amiga mía que ha pasado varias veces por esto y me había dicho… “Cuando consigues rendirte y dejar de luchar es como un bañito de miel”
Yo decía, en algún momento, sentiré esa miel…Y así fue, ese día tuve unas sensaciones brutales. Fue como ver tu vida de forma súper clara, ver lo que estás haciendo, las cosas que son importantes para ti, las personas a las que quieres, lo que quieres en la vida….Era brutal la claridad mental y la tranquilidad. Y la sensación era súper agradable.
Recuerdo pensar, esto es, esto es lo que quiero en vida. Sentirme así, en el día a día. Tener la mente tranquila para ver la verdad. Para estar presente en cada momento. Para sentir que controlo mi mente y no esta me maneja a mi». Recordé la sensación tan estresante de antes de llegar y dije eso no es lo quiero. Pero claro, esto en el día a día, con todas nuestras obligaciones, el estrés y nuestro ritmo de vida no es tan fácil. Así que pensaba ¿cómo se podría conseguir esta sensación es nuestra?
Y justo en el discurso de esa noche nos explicaron cómo supuestamente aprendiendo esta técnica podríamos conseguirlo. Entrábamos ya en Vipassana puro. Cambiábamos la técnica de meditación a explorar las sensaciones en todas las partes de nuestro cuerpo, de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza, zona a zona.
La teoría era que después de tres días de agudizar nuestra atención en una zona tan pequeña como la de la nariz, seríamos capaces de percibir con mucha sensibilidad las sensaciones en nuestro cuerpo. Y percibiéramos lo que percibiéramos intentáramos no reaccionar a ello. Dolor o picor.. dejarlo en un segundo plano y continuar con la exploración del cuerpo .
DÍAS 4 Y 5
Ok. Eso me gustaba. Siempre he pensado que por el deporte me gusta mucho conectar con mi cuerpo así que se me daría bien. Y así fue, el día 4 y el 5 pasaron con relativa facilidad.
La sensación de haber cogido rutina allí y por primera vez me vi capaz de superarlo. Empecé a aceptar la rutina y encontrar en ella momentos agradables. Sobre todo cuando estaba presente y no dejaba que mi mente se fuera al futuro, a pensar en cuánto quedaba, ni nada de eso porque ahí es cuando surgía la angustia.
Además había tres sesiones al día, la de las 8, las 2.30 y las 6 que llamarían las Adhiitana o “Firme determinación” en las que intentaríamos no movernos para nada ni abrir los ojos en toda la hora. Estás me motivaban mucho. Era en las que más profundamente entraba en la meditación y a lo largo de los días poco a poco conseguí no moverme en toda la hora. Había veces que era más fácil y otras que me dolía algo mucho, como las rodillas o se te dormía la pierna y era duro.
Pero me eran mucho más difíciles las otras, era como «bufff si acabo de hacer una Adhittana como voy a meditar otra vez…» y así cada día pasabas momentos en los que te veías dentro y otros en los que te sentías súper fuera.
Sentía a Annita a mi lado, pasando exactamente por lo mismo que yo: viviendo su proceso. A veces la miraba y la veía en paz y otras la sentía revolverse como una culebra. Pero me daba mi va fuerza tenerla ahí.
A lo largo de los días la técnica de meditación no se modifica apenas, sigue consistiendo en recorrer el cuerpo, pero con la intención de observar esas sensaciones desagradables que surgen en tu cuerpo como dolores de estar tanto tiempo sentado o picores e intentar observarlos sin reaccionar.
En cada audio, Goenka nos recordaba el por qué … “todo es impermanente, todo surge y desaparece. Igual que nuestros deseos y nuestras aversiones. Lo que marca la diferencia es nuestra reacción ante ello. Intenta observar sin reaccionar. Intenta desarrollar ecuanimidad y mantener tu atención en el flujo de sensaciones de tu cuerpo, de esta manera aprenderemos a no ser exclavos de nuestros deseos y víctimas de nuestras aversiones y podremos librarnos del sufrimiento en esta vida”.
Y así un día tras otro. Y cada día era un festival de sensaciones. Momentos de súper concentración, momentos de huida, momentos de tranquilidad y serenidad, momentos de alucinar con los recuerdos y medio ensoñaciones… momentos en que querías matar a Goenka y su “Start Again with a calm Mind...” con el que ubicaba cada meditación y momentos en los que todo fluía y todo era mágico.
Y cada día en la charla de por la noche te explicaba toda la teoría del Dhamma, la historia de Buddha y porque esta técnica funciona para ayudar a aliviar el sufrimiento humano. Y poco a poco ibas entendiendo el por qué de cada cosa.
Estas charlas eran sin duda el mejor momento del día. Además a Annita y a mí nos dejaban escucharlas en Español en una sala aparte y era nuestro momento. Aunque no habláramos estábamos ahí y nos mirábamos como diciendo “¡Vamos tía, todo tiene sentido. Esto nos hará más fuertes!”
DÍAS 6 AL 10
Y así día 6, 7, 8…cada día una maratón, y volver a empezar y mantener la calma y vivir el momento,…
Para mí lo peor empezó a partir del día 9 que era el cumple de hermana. Quería recuperar mi teléfono para felicitarla.
Mi mente ya quería irse. Me decía, esto ya está para mí, ya he aprendido lo que tenía que aprender… pero no era así.
Me faltaba la mejor lección de todas….ser protagonista de cómo cuando menos quieres meditar (como en la vida cuando está estresado que es lo general hoy en día), más beneficioso es cuando consigues hacerlo. Y allí no me quedaba otra, no me podía ir el día 9, no podía rendirme sin luchar hasta el final.
Así que aunque el 9 y 10 fueron días interminables… ¡pero allí seguimos! ?
CONCLUSIONES
No creo que deba desvelar mucho más sobre todo ello, ya que si queréis vivir esta experiencia, deberéis ser vosotros quienes hagáis vuestro Vipassana y seguramente sea muy diferente a la mía.
Es algo que por más que te lo expliquen no se puede comprender hasta que no se vive. Porque el único aprendizaje verdadero y que produce cambios reales en nuestras vida es la experiencia. No hay teoría que pueda enseñar lo que nos enseña lo vivido.
¿Cuáles son mis conclusiones respecto a esta experiencia? Pues os digo que es un experimento humano por el que creo que merece la pena pasar.
Te lleva a tocar el cielo en muchas ocasiones y a rozar el infierno en muchas otras pero sin duda sirve. Sirve para entender muchas cosas: para deshacernos de muchas cosas, para simplificar otras muchas cosas y para demostrarnos que para ser feliz lo importante es tener una mente tranquila y ecuánime y ser capaz de desarrollar amor hacia todo lo que nos rodea
Y con todo, te das cuenta que esto solo ha sido abrir un sendero de mejora, un sendero que hay que cuidar cada día y que se cuida con la meditación que te ayuda a mantener eso que has cultivado.
Y ahora estoy con muchas ganas de recorrer ese sendero que, realmente, es ahora cuando empieza . Porque la clave no es haber sido capaz de pasar por esta experiencia, sino tener el valor de aplicar lo aprendido al día a día. Ese es el verdadero reto.
Y hoy como despedida no os dejo una frase, sino una canción que tuve mucho en la cabeza en los peores y en los mejores momentos y que me daba mucha paz. Espero que os guste.
Gracias familia
Mucho amor presente.
¿Se lo recomendarías a alguien que nunca ha logrado suficiente concentración para meditar? Llevo de repente varios días con esta idea en la cabeza y no entiendo ni por qué.
Annita vino sin practicamente haber meditado y lo consiguió. Yo creo que hay que seguir las intuiciones!!
Un abrazo
Vaya experiencia ??
Maravilloso relato. ?